Los últimos del Vinalopó

En Elche hay más de 130 personas sin hogar. Al menos 70 duermen cada noche a la intemperie. Frío, lluvia, calor, depresión y la dejadez de la Administración Pública son los obstáculos que enfrentan cada día los más vulnerables.

Marta Nevot
12 min readJun 10, 2023
Pertenencias de una persona sin hogar de Elche / Marta Nevot

El agua se desparrama como una catarata por el puente del Bimil·lenari, mojando los colchones de quienes duermen en la ladera del río. La humedad se mete en los huesos con fiereza y las mantas de franela siguen siendo indispensables para dormir a la intemperie, aunque se acerque el verano. “Hace un buenísimo día para vivir en la calle”, exclama irónicamente una persona que habita debajo del viaducto. Se mira los pies que calzan unas chanclas de goma embarradas y pide “cualquier zapato cerrado”. En los charcos se reflejan una treintena de rostros que esperan pacientemente bajo la insólita lluvia.

En 2022, en España, había más de 28.000 personas sin hogar que fueron atendidas en centros asistenciales de alojamiento y restauración, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Son cifras muy difíciles de concretar porque no hay registros oficiales y, en los mejores casos, la situación de las personas cambia. En Elche, según una base de datos propia, a fecha de 10 de junio, hay 136 personas sin hogar que reciben atención de las entidades sin ánimo de lucro Conciénciate, Cáritas, Elche Acoge y Cruz Roja. Aunque probablemente el número sea mayor.

En Elche, según una base de datos propia, a fecha de 10 de junio, hay 136 personas sin hogar

Una de las principales complejidades de establecer censos recae en la inexactitud del término ‘persona sin hogar’. El Ministerio de Asuntos Sociales y Agenda 2030 propone cuatro categorías que a su vez se subdividen.

Por un lado, las personas sin alojamiento que se separan en quienes viven a la intemperie y quienes están en un alojamiento de emergencia. En Elche hay unas 70 personas en esta situación, todas ellas viviendo a la intemperie. Por otro lado, las personas sin vivienda donde están quienes viven en un centro de acogida de larga estancia, los alojamientos para inmigrantes o los refugios para mujeres que hayan sufrido violencia de género. En la localidad ilicitana hay 58 personas en esta situación. Además, el Ministerio califica como personas sin hogar a quienes habitan en una vivienda insegura como son las casas ocupadas, las personas que viven bajo la amenaza de sus convivientes o quienes tienen una orden de abandono del domicilio. También distingue a las personas en viviendas inadecuadas (chabolas, cabañas, viviendas sin permiso de habitabilidad o alojamientos hacinados), una cifra que en Elche alcanza las 9 personas.

Infografía con datos separados por sexo, situación y lugar donde reciben ayuda o residen las personas sin hogar / Marta Nevot

Quienes no caben en ningún lugar

Desértico y rodeado por miles de palmeras circula el río Vinalopó en su paso por la ciudad de Elche. A ambos lados de la ladera, los ilicitanos pasean a sus mascotas, corren y andan por un camino de unos 2,5 kilómetros de largo lleno de restos de pintura que en su día conformaron un gran mural. El recorrido finaliza unos 500 metros antes de llegar a la zona del puente del Bimil·lenari, cobijo de muchas personas sin hogar que deambulan por el municipio.

Las diversas entidades de la ciudad se coordinan para garantizar unos servicios mínimos a los más vulnerables. Cruz Roja acude a dos puntos diferentes para dar menús y acompañar a las personas los martes y jueves. Conciénciate hace la ruta por Elche todos los viernes, sábados y domingos. En el período comprendido entre septiembre de 2022 y junio de 2023, esta organización ha atendido a un total de 271 personas sin hogar. La cifra no es estática: la semana que viene se engrosará en unas cinco personas más que probablemente se refugien cerca del puente del Bimil·lenari o próximos al parque 1 de Mayo.

Voluntarios de Conciénciate repartiendo comida a las personas que viven debajo del puente del Bimil·lernari / Marta Nevot.

El número de personas que se resguarda bajo esta estructura crece diariamente. La Policía Local presentó una orden de desalojo de la zona el pasado 23 de mayo por asentamiento irregular, pero las entidades sin ánimos de lucro de la ciudad pudieron parar la actuación. Una medida administrativa que tan solo esparce el problema, pero en ningún caso lo soluciona. Además, el desalojo se notificó el mismo día que se decretaba alerta naranja en todo el término municipal por fuertes lluvias. Ningún estudiante asistió aquel día al colegio ni a la universidad. Pero el Ayuntamiento no protegió durante aquellos días a quienes no tenían techo.

Tres días más tarde, el viernes 26 de mayo, la Policía Local desalojó a las cuatro personas que vivían en un aparcamiento del barrio de San José. Tiró a la basura todas sus pertenencias: tiendas de campaña, mantas, ropa e incluso documentación que tuvieron que buscar después los voluntarios de Conciénciate en el punto limpio de la ciudad. “No tienen nada y les han quitado lo poco que les quedaba. Van a por los pobres y eso no se hace”, se queja la hija de una de las personas que sufrió el desalojo. La joven, cabreada y resignada, exclama: “lo primero que deben tener claro es que se trata de personas”. Su padre, que camina con un andador, llevaba más de una década viviendo en aquel aparcamiento.

Tras el desalojo, ninguna administración les concedió un espacio dónde dormir más allá de un par de noches en Cáritas, relata Melisa Albaladejo, psicóloga de Conciénciate. Pese al testimonio de la entidad y de las propias personas que allí vivían, la Policía Local insiste en que ellos no realizaron ningún desalojo y que solo actuaron desde una “índole asistencial”.

El exconcejal de Igualdad, Derechos Sociales y Políticas Inclusivas, Mariano Valera, y el exalcalde de Elche, Carlos González, se encontraban ese día celebrando las fiestas de San Pascual a escasos metros de la actuación policial. Ambos aseguran a Conciénciate que no saben quién dio la orden de expulsión. Una medida muy semejante en sus formas a la conocida desde los colectivos sociales como “ordenanza de la vergüenza”, establecida por el Ayuntamiento de Alicante el pasado año. En su art. 22 la norma prohíbe dormir en lugares comunitarios con la finalidad de “preservar el espacio público como un lugar de convivencia y civismo”. Con todo, Melisa Albaladejo se pregunta: “¿Y exactamente dónde quieren que estén estas personas?”.

La Concejalía de Igualdad, Derechos Sociales y Políticas Inclusivas ha rechazado responder a preguntas acerca de esa actuación para este reportaje, asegurando que se trata de una cuestión de protección de datos.

Los perfiles invisibles

La vasta extensión de huertos del núcleo urbano de Elche arropa a unas personas que han visto cómo la Administración y la sociedad les da la espalda. Tiendas de campaña y antiguas casas a punto de derrumbarse acogen a los vecinos más vulnerables del barrio de Puertas Coloradas o puente de Barrachina. “Prefiero bocadillo de atún, por favor. Me recuerda tanto a cuando era pequeño”, suspira un vecino de Puertas Coloradas que siempre se queda hasta el final del reparto para hablar un rato con los voluntarios. La soledad azota sin piedad a las personas sin hogar. Es otra cara de la pobreza: la relacional. “Mucha gente se ha quedado sin relaciones familiares ni sociales. No tienen en quien apoyarse. El físico duele, pero verte cada día en esa situación es más duro”, reflexiona Melisa Albaladejo.

Plano de Elche con los puntos donde se encuentra un mayor número de personas en situación de calle o en viviendas inadecuadas/ Marta Nevot

En el puente del Bimil·lenari siempre hay una larga cola de personas esperando su menú. Juan y Pedro, nombres ficticios para proteger a los testimonios, aprovechan que el grupo se ha diluido para acercarse a la parte posterior del furgón de Conciénciate. Tienen el semblante triste. Cabizbajos, preguntan por su amigo, también una persona sin hogar, a quien ingresaron dos días atrás en el hospital. “No sabemos nada de él y se lo llevaron muy mal. Por favor llamad y decidnos algo”, concluyen entre ambos con un fino hilo de voz. La vida en comunidad es la forma de sobrevivir que adoptan las personas sin hogar. Crean vínculos de protección para sobrellevar mejor el tiempo. No obstante, como en todo grupo humano, también hay momentos de tensión y discusión. Las personas sin hogar no son seres ajenos a la sociedad: también sienten, ríen, lloran y sufren.

Aunque hay más personas jóvenes de lo que la sociedad imagina, el sinhogarismo en Elche tiene el rostro de un hombre español de entre cincuenta y sesenta años. Los datos propios obtenidos en esta investigación señalan que en Elche hay al menos 13 mujeres que viven a la intemperie o en una vivienda inadecuada (chabola) frente a los 66 hombres que hay en estas situaciones. La prostitución camufla el número de mujeres que vive en la calle. Natalia de la Encarnación, coordinadora de Proyectos de Calle de Cruz Roja, indica que el modelo ha cambiado: “la prostitución ya no está en la calle, sino en casas particulares. Esto dificulta mucho la identificación e intervención a las chicas”, apunta la trabajadora social. Por su parte, Ruben Gomariz, coordinador del centro de acogida de Cáritas, afirma que en los espacios de Cáritas ha habido un incremento potencial en el número de mujeres y jóvenes que solicita un techo desde que comenzó la pandemia de COVID-19.

Atendiendo a los motivos por los que las personas sin hogar de la Comunidad Valenciana perdieron su residencia anterior, según datos del INE, el 36,9% de los ciudadanos acabó en esta situación porque había perdido su puesto de trabajo y el 30,3% porque no podía seguir pagando su piso. Sin embargo, solo el 17,6% de las personas acabó en la calle por una adicción.

En contra del imaginario colectivo, “el consumo no es una causa, sino una consecuencia que sufren las personas sin hogar”, sentencia Rubén Gomariz. En la mayoría de las ocasiones, salir de la adicción se complica mucho por los ambientes de consumo en los que habitan las personas sin hogar, explica Melisa Albaladejo. A esto hay que añadirle las enfermedades mentales que muchas personas desarrollan: según el INE, el 59,6% de las personas sin hogar que viven en España presenta algún síntoma depresivo.

“El consumo no es una causa, sino una consecuencia que sufren las personas sin hogar”, sentencia Rubén Gomariz, coordinador del centro de acogida de Cáritas.

La situación en Elche concuerda con los datos nacionales y Albaladejo añade que “cada vez hay más gente joven en la calle con depresión”. Las expectativas de vida y las motivaciones caen por completo. La psicóloga apunta que “la depresión va de la mano con la inacción y en muchos casos acaba en el “consumismo para evadirse”, y recuerda que más de una vez ha escuchado “tengo ganas de morirme”.

Pertenencias de una persona sin hogar que habita en el barrio de Altabix/ Marta Nevot

Por otra parte, atendiendo a los datos del INE, el 21,2% de las personas sin hogar de la Comunidad Valenciana estaba en situación de calle tras haber inmigrado. Además de la barrera lingüística, los migrantes se enfrentan a un obstáculo desesperante: la imposibilidad de conseguir una cita previa para obtener la documentación. El cartel de “vuelva usted mañana” se repite diariamente en las comisarías de toda España e incluso la Policía Nacional ha desmantelado casos de venta de citas previas a inmigrantes por 200 euros. Sin documentación no hay contratos laborales dignos ni contratos de alquiler, por lo que los migrantes se convierten en blanco del sinhogarismo en un intento por mejorar su calidad de vida.

Elche Acoge cuenta con tres pisos tutelados para extranjeros. Uno de hombres, otro de mujeres que en muchas ocasiones llegan con hijos menores, y otro para una familia completa. En estas casas, las personas que han llegado recientemente a España encuentran su lugar, se integran y finalmente, continúan solos su vida en la ciudad. Actualmente en estos domicilios hay cinco hombres, seis mujeres con tres menores a cargo y una familia con dos menores, que de no ser por esta entidad vivirían entre cartones en la calle.

Utilitarismo y capitalismo: pierden los de siempre

Todas las mañanas, las personas sin hogar tienen la opción de desayunar en Cáritas. Una bebida caliente y el diálogo con los trabajadores sociales amenizan el paso de las horas. Además de los desayunos diarios, los voluntarios de Cáritas hacen acompañamiento a quienes viven en la calle los martes por la noche. Asimismo, la organización dispone del único centro de acogida de la ciudad, casi siempre completo. Actualmente hay 20 hombres y 9 mujeres. También disponen de tres pisos tutelados, uno cercano a las instalaciones de Cáritas donde hay cabida para 9 personas y otros dos en el centro urbano que alojan a 6 personas.

A día de hoy quien se queda en la calle solo tiene ayuda de la Administración Pública en días concretos de temperaturas extremas, pero no hay en Elche ningún centro ni albergue público donde los ciudadanos sin techo puedan vivir durante todo el año. Albaladejo apunta que las personas están “desanimadas, frustradas y muy decepcionadas con que todo cueste tanto, que no haya recursos”. Por su parte, Rubén Gomariz señala que “la administración debe asumir responsabilidades y ser consecuente, porque esto es parte de su política social”.

Coche donde vive una de las personas sin hogar de Elche/ Marta Nevot

Un accidente de moto que le provocó una discapacidad, la falta de red familiar de apoyo y otros infortunios han llevado a Víctor, pseudónimo para proteger la identidad, a vivir desde hace más de dos años en un coche. Levanta los hombros y suspira cuando un voluntario le pregunta cómo lleva los días de lluvia. “Es peor el calor”, afirma el hombre quien agradece el rato hablando con los voluntarios.

El pensamiento de que “si algo no es útil hay que tirarlo” arrastra a personas que llevan meses o años viviendo en la calle a justificar que “si encuentran un trabajo, la vida se soluciona”. Gomariz asume que “eso no es así” y por ello desde Cáritas se entiende la intervención social como un proceso integral de la persona. En primer lugar, se deben solventar aspectos como la salud, las relaciones sociales, el alojamiento o el ocio, explica Gomariz. Y añade: “En última instancia, si la persona se encuentra en un buen momento, le ayudamos a buscar empleo, formarse… Hay objetivos a conseguir en ese sentido, pero siempre van a ser los últimos”. Natalia de la Encarnación pone de manifiesto lo complicado que es para las personas sin hogar acceder a un puesto de trabajo y mantenerlo: “Si tienes que vivir en la calle, ¿cómo rindes al día siguiente? ¿Vas a trabajar sin ducharte? ¿Te llevas tu saco de dormir al trabajo?”.

“Si la persona se encuentra en un buen momento, le ayudamos a buscar empleo, formarse… Hay objetivos a conseguir en ese sentido, pero siempre van a ser los últimos”, añade Rubén Gomariz, coordinador del centro de acogida de Cáritas.

A pesar de la lluvia, los ilicitanos inundan las calles del centro cada tarde. Llegar a casa, hacer la compra, ir a la academia. Todos se mueven en una dirección concreta. Nadie puede parar. Mientras, Juan hace cola en una heladería, pero hay una joven que se pone delante de él. No le ha visto o piensa que él no va a pedir nada al camarero. Juan espera a que la chica pase y pide él después. “Invisibles”, apunta sin pensárselo dos veces Rubén Gomariz. Melisa Albaladejo coincide con él y concluye: “la realidad es que pasamos por al lado del puente y no nos dignamos ni a saludar, ni a mirar a la cara”.

Metodología: el reportaje está elaborado partiendo principalmente de la inmersión durante dos meses en la ruta de Conciénciate por Elche, dando alimentos y compañía a las personas sin hogar. De esta manera, he podido hacer el censo en primera persona de quienes viven actualmente en calle. Además, he podido observar el ambiente y así hacer una descripción mucho más exhaustiva y veraz en el reportaje. También, he conseguido testimonios e historias de personas que de otra manera no hubiese podido obtener.

Por otro lado, Elche Acoge y Cáritas me proporcionaron sus datos propios para el censo. Y gracias a Cruz Roja pude verificar mi base de datos y añadir alguna persona más, sobre todo mujeres del barrio de Palmerales ya que Conciénciate no hace ruta por este barrio.

Las personas entrevistadas han sido Melisa Albaladejo (Conciénciate), Begoña Bejarano (Elche Acoge), Rubén Gomariz (Cáritas), Natalia de la Encarnación (Cruz Roja). También ha intervenido la portavoz de la Policía Local de Elche. Asimismo, a través de la inmersión periodística ha sido posible recoger testimonios de personas sin hogar, cuyos nombres se omiten para proteger sus identidades.

La Concejalía de Igualdad, Derechos Sociales y Políticas Inclusivas del Ayuntamiento de Elche no ha respondido a las peticiones requeridas, alegando “protección de datos”.

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